Élite Rolera y complejo de inferioridad

Hoy en Diario Silvano estrenamos nueva sección donde tomamos un tema de debate en Twitter y lo desarrollamos como opinión. En esta ocasión, con bastante retraso, trataremos ese sentimiento negativo que podemos tener cuando nos comparamos con otra persona que es considerada referente.

AVISO - Aunque en ocasiones por el lenguaje pueda parecer otra, este texto no pretende nada más que exponer una opinión. Mejor o peor fundamentada, es debatible dentro del respeto. Te animo a corregirme en su caso, educadamente, en la sección de comentarios más abajo.

Contexto

Hace unas semanas un twittero cuyo nombre no recuerdo e hilo ya borró (creo) escribió algo así como:
"Mis jugadores no se atreven a dirigir para no compararse conmigo y me siento mal cuando me comparo con Matt Mercer."
Para el que no lo sepa, resulta que Matt Mercer es un Director de Juego que dirige en el canal de «Critical Role». Digo expresamente «resulta» ya que no conocía a este señor ni a su canal. Podríamos decir en resumen que Matt se ha convertido en un referente en cuanto a dirección y su canal en cuanto a espectáculo rolero.

A partir de aquí, siguiendo el genotipo propio de cierta aldea gala, Twitter ardió en sus propias llamas (flame). Volaban opiniones como si fueran pescados. Unos lanzaban el pez espada del «postureo en redes acaba minando nuestra estima». Otros lanzaban el atún del «no hay que compararse con gente con tanto nivel». Estaban los que preferían esgrimir el besugo del «ya estamos con los pringados que no quieren que los demás destaquen para no sentirse mal». Por último, algún pulpo del «ya estamos repartiendo aquí insignias de Élite Rolera» también cayó.

Aquí y ahora, tenemos al bardo de este bosque que opinará de las diversas ramificaciones de este flame.

Las comparaciones son odiosas

En realidad no hablamos de un tema puramente rolero ya que el agravio comparativo puede surgir de cualquier ámbito de la vida. Todos realizamos alguna actividad: trabajo, estudio, manualidades, deportes, etc. Podemos ejecutarlas con distinto nivel de pericia en función de nuestra habilidad, experiencia y estado de ánimo. Desde mi punto de vista, nuestra satisfacción con nosotros mismos dependerá de las expectativas y la gestión emocional.

Si no tenemos ninguna expectativa, simplemente haremos esa actividad que nos satisface. Si queremos conseguir unos objetivos, todo dependerá de nuestra gestión emocional ante el éxito y el fracaso. Si nos ponemos una meta poco realista, acabará en un desastre emocional. La competición podría servir como herramienta de autorrealización, aunque todo depende de la personalidad de cada uno. La forma de afrontar los problemas son como las chaquetas: cada uno tiene una que le queda perfecta.
Por ponerme de ejemplo. A mí me motiva mucho ver el trabajo de otros para igualarlos o superarlos. Pero en realidad no es una necesidad, es un reto. Hay que ser tanto buen ganador como buen perdedor. En cambio, en campos que sé que tengo mis limitaciones, hago mis esfuerzos para dar todo lo que pueda aunque quizás no llegue a ser igual que el trabajo de otros.
Las comparativas son inevitables. Si queremos hacer las cosas mejor, aún más. Lo que quizás deberíamos de preguntarnos en estos casos es si estamos siendo justos con ella. Comparar a un novato con todo un veterano no suele ser realista, el último quizás ya tenga una práctica que toma años desarrollar. Tampoco sería realista comparar personas con cualidades distintas. Unos directores pueden brillar más en la interpretación, otros en la organización, otros en la descripción, etc. A veces la cuestión no es alcanzar un nivel en algo, sino descubrir que puedes hacer mejor y explotarlo.
Sin embargo, la segunda pregunta que realmente deberíamos hacernos es si la comparativa nos hace felices. Si te anima a mejorar, adelante. En cambio, si te provoca dolor... déjalo. Creo firmemente que si uno realiza una actividad tiene que gustarle, si esta le ocasiona sufrimiento algo va mal. Puede ser la propia actividad o como nos condicionamos a nosotros mismos. Uno puede jugar el partido de fútbol de «solteros contra casados» o jugar el mundial de la FIFA, pero la actividad de una afición debe de hacernos felices.
Si no, quizás se llamaría trabajar sin cobrar.

La perfección es subjetiva

Este es un punto importante. No existe un referente absoluto de perfección. A veces podemos tener la tentación de buscar la perfección. Pero el problema es que lo que podemos considerar que está bien o mal es una cuestión subjetiva. Puede que la dirección del tal Mercer sea para muchos la perfección, puede que para otros simplemente sea un espectáculo televisivo más que una partida de rol (por ejemplo, por ser emitido por internet).
Aviso, desconozco el estilo de este señor y a efectos de opinar sobre el tema no es relevante. No opino sobre él, opino sobre compararse con él.
Al igual que en la cocina las formas del rol son muy diversas y los gustos por el mismo cambian de persona a persona. Puede que para unos dirigir o jugar de una forma más teatral y descriptiva sea esencial, mientras que para otros lo sea la capacidad de ser un arbitro y crear nuevos retos. Unos pueden valorar más la credibilidad del mundo, mientras otros piensen más en la satisfacción de los jugadores.

En definitiva, el rol es como la paella. Muchos tipos de ingredientes y estilos para elaborarla. E incluso habrá gente que matará para decir que lo que tú preparas no es paella, sino arroz con cosas.
Flame de rol y paellas. ¿Quién ofrece más?

La élite rolera al descubierto

Si mi tesis es que no hay perfección y no hay un referente absoluto para compararse. ¿Quién es la élite rolera? Pues... buena pregunta. Quien encuentre un ejemplar, que me lo traiga para examinarlo.

Fuera de bromas, no creo que sea nadie en concreto. Conociendo la personalidad típicamente española, me atrevería a decir que es un término irónico creado para designar a un grupo de gente pedante. Aunque realmente desconozco el origen, si os digo la verdad.
Bueno... Conociendo la personalidad española... También podría haber sido usada para elogiar a alguien y un tercero al escucharlo pensar que es un pedante.
Aunque el término refleja algo con lo que actualmente me siento muy en desacuerdo en todos los ámbitos de la vida: el elitismo. Ese afán de clasificar: quién es un fan de verdad y quién no lo es. Que quizás podría ser hasta admirable si sirviera con humildad a formar comunidad en lugar de formar nichos de autosatisfacción y desprecio a partes iguales. Insisto, asentado en muchas facetas de la vida pero que en el frikismo se nota también.
Quizás haya tenido aquí un tono más agresivo. Realmente tengo indiferencia a un grupo que teoricamente sea mejor. Lo que si me molesta bastante es la actitud de desprecio a los no pertenecientes al mismo.
Honestamente, no creo que nadie se autodenomine «élite rolera» aunque haya personas que puedan ser referentes en el mundillo del rol. Unos pueden ser diseñadores, otros editoriales, otros creadores de contenido, etc. Puede que el señor Mercer lo sea, y puede que lo sea por diversos motivos que no sea necesariamente la calidad. Sin embargo, ser de calidad, ser un referente y ser conocido no son conceptos necesariamente coincidentes.

Concluyendo

Es posible que la difusión de internet pueda magnificarlo todo. Antes teníamos acceso únicamente a los juegos que tuviera nuestra tienda de confianza. Ahora podemos jugar al último juego ruso que sacó ese diseñador tan alternativo por mecenazgo. Antes nos comparabamos con la gente de nuestro grupo más o menos grande. Ahora podemos compararnos con ese genio de la interpretación residente en un iglú en la Antártida. Es posible que vivamos en una época altamente superficial, donde posar sea más importante que lo que realmente uno es.
No obstante este viejo dicho siempre prevalecerá: no es oro todo lo que reluce.
Tenemos acceso a más referentes, pero eso no significa que todo sea real. Y aunque fuera real, que sea famoso para ser comparado no significa nada. Al final, puede que TÚ seas un director de más calidad. Incluso, eso no significa nada. Lo que es la leche y lo único que mola es la capacidad de ser feliz jugando con tu grupo.
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