Nunca ha sido un secreto que Dungeons & Dragons antes de ser lo
que es hoy y generar un canon propio también se vió influenciado en sus
inicios por muchas obras literarias. En el famoso apendice N del primer
manual del Dungeon Master podemos ver obras de H.P. Lovecraft, Robert E. Howard, Fritz Leiber, Jack Vance o Michael Moorcock.
En esta ocasión trataremos la influencia de Jack Vance en el primer juego de rol publicado.
La Tierra moribunda
Como breve reseña de La Tierra moribunda, podemos decir que en este libro prima más el escenario que los personajes ya que a lo largo de los capítulos cambia el personaje principal y el escenario, mostrando cada vez un punto de vista de ese mundo. Jack Vance nos describe un planeta en sus últimos momentos tras una gran decadencia. En ella habita la humanidad y la magia con criaturas fantasticas en un mundo aparentemente entre el medievo y el renacimiento.
Destripando un poco el contenido del libro, la genialidad de Vance en está novela es combinar la fantasía con la ciencia ficción sin que, al menos para mí, desentone o resulte demasiado extravagante. Aunque aparece tecnología, no es más que reminiscencia de artefactos del pasado y la magia es la reminiscencia de lo que alguna vez fue ciencia.
Hay que aclarar que a pesar de llamarse vanciano, el sistema de D&D no es exactamente una replica exacta de la novela. El punto que tienen en común los dos es el mago memoriza sus conjuros previamente y los pierde cuando los lanza, sin embargo, nunca aclara si hay niveles de poder o cuantos puede memorizar. Por ejemplo:
Destripando un poco el contenido del libro, la genialidad de Vance en está novela es combinar la fantasía con la ciencia ficción sin que, al menos para mí, desentone o resulte demasiado extravagante. Aunque aparece tecnología, no es más que reminiscencia de artefactos del pasado y la magia es la reminiscencia de lo que alguna vez fue ciencia.
La magia vanciana y Dungeons and Dragons
El propio Gary Gygax dijo que el sistema de magia estaba inspirado en esta novela de Jack Vance y desde entonces todo el mundo llama a este sistema de magia como vanciano.Hay que aclarar que a pesar de llamarse vanciano, el sistema de D&D no es exactamente una replica exacta de la novela. El punto que tienen en común los dos es el mago memoriza sus conjuros previamente y los pierde cuando los lanza, sin embargo, nunca aclara si hay niveles de poder o cuantos puede memorizar. Por ejemplo:
"Los tomos que contenían la magia de Turjan reposaban en la larga mesa de acerco negro o estaban apilados sin orden ni concierto en estanterías. Había volúmenes compilados por muchos magos del pasado, sucios folios recopilados por el Sabio, grandes libracos encuadernados en pergamino recopilando las sílabas de un centenar de poderosos conjuros, tan poderosos que el cerebro de Turjan solamente podía albergar cuatro a la vez."En este fragmento habla de que solo puede memorizar cuatro conjuros poderosos pero nunca si podía añadir más de menor poder a la vez o si podía cambiar alguno de estos por varios. Por otra parte, por lo que se puede objetivar de la novela, los magos de La Tierra moribunda solo pueden memorizar un conjuro de un tipo (cosa que tiene algo más de sentido, aunque poco práctico) como muestra el siguiente fragmento:
"El cansancio y la desesperación frenaron sus pies. Tenía a su disposición dos conjuros solamente, el Encantamiento del Alimento Constante y un conjuro que proporcionaba fuerza a sus brazos..., el que le había permitido mantener a raya a Thrang y derrumbar el templo encima de Mazirian. Los había agotado los dos; ahora estaba desprovista de protección; pero, por otro lado, era probable que a Maziriantampoco le quedara nada."Otra cuestión es el número de conjuros existentes. En la novela de Jack Vance, la existencia de tan pocos conjuros es la consecuencia directa de la pérdida de la comprensión de la ciencia. Los conjuros fueron desarrollados en una época anterior y son mantenidos a duras penas en viejos tomos. Estos magos no desarrollan ni aprenden los conjuros, lo único que hacen es repetir una fórmula que no entienden pero que saben que funciona.
Vamos, como cuando un niño empieza a manejar un ordenador. Sabe que eso funciona, que reacciona pero no sabe lo que hace exactamente.
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